lunes, febrero 19, 2007

( fotografía: Robert Capa)




Nosotros, sólo nosotros somos los seres que buscamos sentido a la vida. Pero no lo hallaremos a menos que nos abramos a una dimensión profunda, a menos que todo lo que vivimos, experimentamos, obramos, elaboramos, esté impregnado de la confianza en algo que no nace de nosotros mismos.

El hombre en búsqueda de sentido. Victor Frankel.

martes, febrero 13, 2007

Café London



"La marquesa salió a las cinco", pensó Carlos López. "¿Dónde diablos he leído eso?"

Era en el London de Perú y Avenida; eran las cinco y diez. ¿La marquesa salió a las cinco? López movió la cabeza para desechar el recuerdo incompleto, y probó su Quilmes Cristal. No estaba bastante fría.

(Julio Cortázar, Los premios )

lunes, febrero 12, 2007

Exploración

No dejaremos de explorar
Y el final de la exploración será
Llegar al punto de partida
y conocer el sitio por primera vez.
T.S.Eliot

domingo, diciembre 24, 2006

Gratitud

Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer, que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego,
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron de una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg, que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos Y un epitafio de los vikings,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
Por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por las rayas del tigre,
Por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
Por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba
Que antes del español escribieron Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida in los jazmines, o en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas Y no llegará jamás al último verso Y varía según los hombres,
Por Francis Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.
Otro poema de los dones (Jorge Luis Borges)

sábado, diciembre 23, 2006

Aniversario



-Los hombres- dijo el principito- se encierran en los trenes rápidos pero no saben lo que buscan. Entonces se agitan y dan vueltas.

Y agregó:

-No vale la pena...

El pozo al cual habíamos llegado no se parecía a los pozos del Sahara. Los pozos del Sahara son simples agujeros cavados en la arena. Éste se parecía a un pozo de la aldea. Pero allí no había ninguna aldea y yo creía soñar.

- Es extraño- dije al principito-. Todo está listo: la roldana, el balde y la cuerda...

Rió, tocó la cuerda, e hizo mover la roldana. Y la roldana gimió como gime una vieja veleta cuando el viento ha dormido mucho.

-¿Oyes?- dijo el principito-. Hemos despertado al pozo y el pozo canta...

-Déjame a mí- le dije-. Es demasiado pesado para ti.

Icé lentamente el balde hasta el brocal. Lo asenté bien. En mis oídos seguía cantando la roldana y en el agua, que temblaba aún, vi temblar el sol.

-Tengo sed de esta agua- dijo el principito-.Dame de beber...

Y comprendí lo que había buscado.

Levanté el balde hasta sus labios. Bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como una fiesta. El agua no era un alimento. Había nacido de la marcha bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era buena para el corazón, como un regalo. Cuando yo era pequeño la luz del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche. la dulzura de las sonrisas formaban todo el resplandor del regalo de Navidad que recibía.

-En tu tierra- dijo el principito- los hombres cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín...Y no encuentran lo que buscan...

-No lo encuentran...-respondí.

- Y, sin embargo, lo que buscan podría encontrarse en una sola rosa o en un poco de agua...

-Seguramente- respondí.

Y el principito agregó:

- Pero los ojos están ciegos. Es necesario buscar con el corazón.

Yo había bebido. Respiraba bien. La arena, al nacer el día, estaba de color de miel. Me sentía feliz también con ese color de miel. ¿Por qué habría de apenarme?

-Es necesario que cumplas tu promesa- me dijo suavemente el principito que, de nuevo, se había sentado cerca de mí.

-¿Qué promesa?

-Tú lo sabes...un bozal para mi cordero...¡soy responsable de esa flor!

Saqué del bolsillo mis bosquejos de dibujo. El principito los vio y dijo riendo:

- Tus baobabs se parecen un poco a los repollos...

-¡Oh!

¡Yo que estaba tan orgulloso de los baobabs!

-Tu zorro...las orejas...parecen cuernos...¡y son demasiado largas!

Y rió aún.

-Eres injusto,hombrecito; yo no sabía dibujar más que las boas cerradas las boas abiertas.

-¡Oh, está bien!- dijo-. Los niños saben.

Dibujé, pues, un bozal. Y sentí el corazón oprimido cuando se lo di.

-Tienes proyectos que ignoro...

Pero no me respondió, y me dijo:

-Sabes, mi caida sobre la Tierra...mañana será el aniversario...

Luego después de un silencio, dijo aún:

-Caí muy cerca de aquí.

Y se sonrojó.

Y de nuevo, sin comprender por qué, sentí un extraño pesar. Sin embargo se me ocurrió preguntar:

-Entonces, no te paseabas por casualidad la mañana que te conocí, hace ocho días, así, solo, a mil millas de todas las regiones habitadas. ¿Volvías hacia el punto de tu caída?

El principito enrojeció otra vez.

Y agregué,vacilando:

-¿Tal vez por el aniversario...?

El principito enrojeció de nuevo. Jamás respondía a las preguntas, pero cuando uno se enrojece significa "si", ¿no es cierto?

-¡Ah!- le dije-.Temo...

Pero me respondió:

-Debes trabajar ahora. Debes volver a tu máquina. Te espero aquí. Vuelve mañana por la tarde...

Pero yo no estaba muy tranquilo. Me acordaba del zorro. Si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco...

(El principito, Capítulo XXV)

Antoine de Saint Exupery.

sábado, diciembre 16, 2006

Luna

La luna

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir


Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas


Jaime Sabines






martes, noviembre 07, 2006

Oscar Wilde

Oscar Wilde (1854-1900)

Yet each man kills the thing he loves
By each let this be heard,
Some do it with a bitter look,
Some with a flattering word,
The coward does it with a kiss,
The brave man with a sword!

******

Aunque todos los hombres matan lo que aman,
que lo oiga todo el mundo;
unos lo hacen con una mirada amarga,
otros con una palabra zalamera;
el cobarde lo hace con un beso,
¡el valiente con una espada!
(La balada de la Cárcel de Reading)

lunes, octubre 30, 2006

Going beyond



Full of life, now, compact, visible,

I, forty years old the Eighty-third Year of The States,

To one a century hence, or any number of centuries hence,

To you, yet unborn, these, seeking you.


When you read these, I, that was visible, am become invisible;

Now it is you, compact, visible, realizing my poems, seeking me;

Fancying how happy you were, if I could be with you, and become your comrade;

Be it as if I were with you. (Be not too certain but I am now with you.)


('Lleno de vida hoy, compacto, visible,
Yo, de cuarenta años de edad el año ochenta y tres de los Estados,
A ti, dentro de un siglo o de muchos siglos,
A ti, que no has nacido, te busco.

Estás leyéndome. Ahora el invisible soy yo,
Ahora eres tu, compacto, visible, el que intuye los versos y el que me busca,
Pensando lo feliz que sería si yo pudiera ser tu compañero.
Sé feliz como si yo estuviera contigo. (No tengas demasiada seguridad de que no estoy contigo.)'

Walt Whitman

miércoles, septiembre 27, 2006

Sonnet 116



Soneto 116

Ante la unión de espíritus leales, no dejéis,
que ponga impedimentos. No es el amor,
que enseguida se altera, cuando descubre cambios
o tiende a separarse de aquel que se separa.

El amor es igual que un faro inamovible,
que ve las tempestades y no es zarandeado.
Es la estrella que guía la nave a la deriva,
de un valor ignorado, aún sabiendo su altura.

No es juguete del Tiempo, aun si rosados labios
o mejillas alcanza, la guadaña del Tiempo.
Ni se altera con horas o semanas fugaces,
si no que aguanta y dura hasta el último abismo.

Si es error lo que digo y en mí puede probarse,
decid, que nunca he escrito, ni amó jamás el hombre.

Sonnet 116

Let me not to the marriage of true minds
Admit impediments, love is not love
Which alters when it alteration finds,
Or bends with the remover to remove.

O no, it is an ever-fixed mark
That looks on tempest and is never shaken;
It is the star to every wand'ring bark,
Whose worth's unknown, although his height be taken,

Love's not Time's fool, though rosy lips and cheeks
Whitin his bending sickle's compass come,
Love alters not with his brief hours and weeks,
But bears it out even to the edge of doom:

If this be error and upon me proved,
I never writ, nor no man ever loved.
William Shakespeare

domingo, septiembre 24, 2006

Dos Narcisos


Elbiamor hay dos Narcisos. Uno, asomado a las aguas exteriores, no ve sino su propia imagen reflejada en ellas, enamorase de su propia imagen, y al intentar alcanzarla muere por el amor de si mismo: es un Narciso que “no trasciende”. Pero hay otro Narciso que se “transforma en flor”: asomado a las aguas, este Narciso feliz no ve ya su propia imagen, sino la imagen del Otro, quiero decir que depone su forma de un día por la forma eterna de lo que ama: es un Narciso que “trasciende”. En definitiva, según lo has visto ya, todo amor equivale a una muerte, y no hay arte de amar que no sea un arte de morir. Lo que importa, Elbiamor, es lo que se pierde o se gana muriendo.

Descenso y Ascenso del alma por la Belleza
Leopoldo Marechal

sábado, septiembre 02, 2006


"El vals" (Camille Claudel)

Todos los seres, decía, no son sino fragmentos dispersos de esa esfera de amor, en la cual hubo de insinuarse el odio. Y lo que llamamos amor es el deseo de unirnos y fundirnos y confundirnos, como estuvimos en otro tiempo, en el seno del dios globular que la discordia quebró. E invocaba el día en que la divina esfera se henchiría, después de todas las transformaciones de las almas. Pues el mundo que conocemos es obra del odio, y su disolución será obra del amor.

Empédocles, Dios Supuesto (Marcel Schwobb)

miércoles, agosto 23, 2006

.4.48 Psicosis

Sarah Kane

El Doctor No Sé Qué y el Doctor No Sé Cuánto y el Doctor Vaya a Saber, que está de paso y que le pareció bien venir a joder también un poco. Ardiendo en tibio túnel de congoja, mi humillación se completa cuando me sacudo sin razón y me tropiezo con las palabras y no tengo nada que decir sobre mi “enfermedad”, que de todos modos sólo consiste en saber que nada tiene sentido porque me voy a morir. Y estoy estancada en esa suave voz psiquiátrica de la razón que me dice que hay una realidad objetiva en la cual mi cuerpo y mi mente son uno solo. Pero no estoy aquí y nunca he estado. El Doctor No Sé Qué anota y el Doctor No Sé Cuánto ensaya un murmullo compasivo. Observándome, juzgándome, oliendo el terrible fracaso que rezuma mi piel, mi desesperación aferrada con uñas y dientes y mi pánico que todo lo devora, empapándome, mientras boquiabierta me horrorizo ante el mundo y me pregunto por qué todos sonríen y me miran sabiendo en secreto de mi dolorosa vergüenza. Doctores inescrutables, doctores sensatos, doctores estrafalarios, doctores que más bien dirías son pacientes bien jodidos si no fuera porque te presentan pruebas, hacen las mismas preguntas, ponen palabras en mi boca, ofrecen curas químicas para la angustia congénita y se cubren las espaldas unos a otros hasta que quiero gritar que vengas, el único doctor que me tocó por propia voluntad, que me miró a los ojos, que se rió de mi humor de cadalso pronunciado con voz de tumba recién cavada, que se lo tomó en joda cuando me afeité la cabeza, que mintió y dijo qué bueno verte.

Sarah Kane 4.48 Psicosis


sábado, agosto 19, 2006

A veces...los demonios

Angustia (Diego Siqueiros)
Monstruo hábil que ruge
De las entrañas de un grito
Un enfermo inadaptado
Un llanto torrencial
Martillo de agua que cae iracundo sobre la tierra

Saeta veloz que no perdona
Aguda flecha clavada en el orgullo agazapado,
en la esquina vanidosa de la pena
La angustia es deforme y colorada

Un impulso suicida
El deseo primordial de renacer
Ola que crece de adelante para atrás

Cuando estalla
Es la faz demudada de mi alma en un espejo
Abrevando en cada lágrima su fin.

miércoles, agosto 09, 2006

To die, to sleep... perchance to dream


Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de un pomegranate un segundo antes de despertar. (Salvador Dalí)

De todas las felicidades que lentamente me abandonan, el sueño es una de las más preciosas y también de las más comunes. Un hombre que duerme poco y mal, apoyado en una pila de almohadones, tiene tiempo para meditar sobre esta voluptuosidad particular. Concedo que el sueño más perfecto sigue siendo casi por necesidad un anexo del amor: reposo reflejo, reflejado en dos cuerpos. Pero lo que aquí me interesa es el misterio específico del sueño por el sueño mismo, la inevitable sumersión que noche a noche cumple osadamente el hombre desnudo, solo y desarmado, en un océano donde todo cambia, los colores y las densidades, hasta el ritmo del aliento, y donde nos encontramos con los muertos. Lo que nos tranquiliza en el sueño es que volvemos a salir de él, y que salimos inmutables, pues una interdicción extraña nos impide traer con nosotros el residuo exacto de nuestros ensueños. También nos tranquiliza el que nos cure de la fatiga, pero esa cura temporaria se cumple por el más radical de los procedimientos, el de dejar de ser. Allí, como en otras cosas, el placer y el arte consisten en abandonarse conscientemente a esa bienhechora inconsciencia, en aceptar ser, sutilmente, más débil, más pesado, más liviano y más confuso que uno mismo.

Memorias de Adriano, Marguerite de Yourcenar

domingo, julio 23, 2006

Lear

Alejandro Urdapilleta como Lear

This is the excellent foppery of the world, that, when we are sick in fortune, -- often the surfeit of our own behaviour, -- we make guilty of our disasters the sun, the moon, and the stars: as if we were villains by necessity; fools by heavenly compulsion; knaves, thieves, and treachers, by spherical predominance; drunkards, liars, and adulterers, by an enforced obedience of planetary influence.

King Lear, 1.2

(.-¡Qué ridiculez la del hombre!
Pretender (cuando nuestra fortuna sufre y mengua
por nuestra imprudencia, por el desarreglo de nuestra
conducta), acusar de nuestros males al sol, a la
luna y a las estrellas, como si fuésemos viciosos y
malvados por una impulsión celeste)

*****

Who is it that can tell me who I am?
King Lear, 1. 4

(Quién podrá decirme
lo que soy?...)


****

O! let me not be mad, not mad, sweet heaven;Keep me in temper; I would not be mad!
King Lear, 1. 5

(.-¡Cielos bienhechores! ¡no permitáis que
me vuela demente! ¡Conservad mi razón en buen
estado! ¡No quisiera volverme loco!)

http://www.teatrosanmartin.com.ar/htm/obras/reylear.html

sábado, julio 15, 2006

Eco


El principito subió a una alta montaña. Las únicas montañas que había conocido eran los tres volcanes que le llegaban a la rodilla. Usaba el volcán apagado como taburete. “Desde una montaña alta como ésta, se dijo, veré de un golpe todo el planeta y todos los hombres…”Pero sólo vio agujas de rocas bien afiladas.

-Buenos días- dijo al azar.
-Buenos días…Buenos días…Buenos días…- respondió el eco.

-¿Quién eres?- dijo el principito.
-Quién eres…quién eres…-respondió el eco.
-Sed amigos míos, estoy solo- dijo el principito.
-Estoy solo…estoy solo…estoy solo…-respondió el eco.

“¡Qué planeta raro! – pensó entonces-. Es seco, puntiagudo y salado. Y los hombres no tienen imaginación. Repiten lo que se les dice…En mi casa tenía una flor: era siempre la primera en hablar…”

(El principito, Capítulo XIX, Antoine de Saint Exupery)

sábado, julio 08, 2006

Elogio del gato


La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
Buenos Aires,
que antes se desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,
las borrosas calles del Once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el Sur.
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.
Mis amigos no tienen cara,
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros.
Todo esto debería atemorizarme,
pero es una dulzura, un regreso.
De las generaciones de los textos que hay en la tierra
sólo habré leído unos pocos,
los que sigo leyendo en la memoria,
leyendo y transformando.
Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,
convergen los caminos que me han traído
a mi secreto centro.
Esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
Emerson y la nieve y tantas cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.

Elogio de la sombra
Jorge Luis Borges, 1969