
sábado, noviembre 21, 2009
Murakami/Renoir

domingo, noviembre 08, 2009
Proverbios Japoneses
El encuentro es sólo el comienzo de la separación.
Jigoku Gokuraku wa kokoro ni ari.
Cielo e infierno están en los corazones de los hombres.
Kuchi wa wazawai no kado.
La boca es la puerta principal de toda desventura.
Néta ma ga Gokuraku.
El intervalo del sueño es el Paraíso.
Raku wa ku no tané; ku wa raku no tané.
El placer es la semilla del dolor; el dolor es la semilla del placer.
Sé el maestro de tu corazón; no permitas que tu corazón sea tu maestro.
Shindaréba, koso ikitaré.
Sólo habiendo muerto, entra uno en la vida.
Kwaho wa, nété maté.
Si deseas buena suerte, duerme y espera.
Kori wo chiribamé; midzu ni égaku.
Incrustar hielo; pintar sobre el agua.
jueves, octubre 29, 2009
miércoles, octubre 14, 2009
Pausa
martes, septiembre 29, 2009
viernes, septiembre 18, 2009
Meter los dedos en el enchufe

Pero, ¿le queda algún registro físico a la hora de evocar los personajes que hizo?
Lo que te queda son ejercicios de humillación... Con esos grandes textos, uno sabe que no va a llegar nunca. Lo que te queda es el recuerdo de cuánto te humillaste, de cómo no se te ocurrió en aquel momento hacer tal o cual cosa. Son cosas tan vivas... ¿Qué te queda, con el tiempo, de una persona con la que tuviste una gran intimidad? Te queda su impulso de vida... No sé si me explico. Y estas obras son como meter el dedo en el enchufe, donde siempre se tiene la sensación de que se trata de un lugar más vivo que uno. Vos y yo nos vamos a morir y no se va a acordar nadie. En cambio, dentro de quinientos años, mientras haya un mundo más o menos parecido al que vivimos, Hamlet o cualquiera de esos grandes personajes, se van seguir haciendo. Son textos que te enfrentan con un hecho vivo...
Esa es la humillación, entonces, el no poder llegar nunca.
martes, septiembre 08, 2009
martes, septiembre 01, 2009
Instrucciones

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
domingo, agosto 23, 2009
El corazón de las tinieblas

miércoles, agosto 12, 2009
Circularidad

lunes, agosto 03, 2009
Romance de la luna, luna

La luna vino a la fragua
Huye luna, luna, luna.
domingo, julio 26, 2009
Progresión
HAMLET: At supper.
KING: At supper! where?
HAMLET: Not where he eats, but where he is eaten: a certain convocation of politic worms are e'en at him. Your worm is your only emperor for diet: we fat all creatures else to fat us, and we fat ourselves for maggots: your fat king and your lean beggar is but variable service, two dishes, but to one table: that's the end.
KING: Alas, alas!
HAMLET: A man may fish with the worm that hath eat of a king, and eat of the fish that hath fed of that worm.
KING: What dost thou mean by this?
HAMLET: Nothing but to show you how a king may go a progress through the guts of a beggar.
(CLAUDIO.- Y bien, Hamlet, ¿en dónde está Polonio?
HAMLET.- Ha ido a cenar.
CLAUDIO.- ¿A cenar? ¿Adónde?
HAMLET.- No adónde come, sino adónde es comido, entre una numerosa congregación de gusanos. El gusano es el Monarca supremo de todos los comedores. Nosotros engordamos a los demás animales para engordarnos, y engordamos para el gusanillo, que nos come después. El Rey gordo y el mendigo flaco son dos platos diferentes; pero se sirven a una misma mesa. En esto para todo.
CLAUDIO.- ¡Ah!
HAMLET.- Tal vez un hombre puede pescar con el gusano que ha comido a un Rey, y comerse después el pez que se alimentó de aquel gusano.
CLAUDIO.- ¿Y qué quieres decir con eso?
HAMLET.- Nada más que manifestar, cómo un Rey puede pasar progresivamente a las tripas de un mendigo.)
Hamlet, William Shakespeare
lunes, julio 20, 2009
Tarea mágica
lunes, julio 13, 2009
Lenguaje y cultura

jueves, julio 02, 2009
Sueño y pesadilla
Aquí tendríamos la posibilidad de una interpretación teológica, lo que vendría a estar de acuerdo con la etimología. Tomo cualquiera de las palabras: digamos, incubus, latina, o nightmare, sajona, o Alp, alemana. Todas sugieren algo sobrenatural. Pues bien. ¿Y si las pesadillas fueran estrictamente sobrenaturales? ¿Si las pesadillas fueran grietas del infierno? ¿Si en las pesadillas estuviéramos literalmente en el infierno? ¿Por qué no? Todo es tan raro que aun eso es posible.
domingo, junio 28, 2009
Adán Buenosayres VI

Sucediéronse otros días no menos luminosos, durante los cuales me acerqué tanto a la mujer de Saavedra, que me creí llegado a los extremos de la felicidad. Pero una tarde, cuando más lejos me veía yo de todo cuidado, entendí claramente que otra vez llegaba para mí el término del reposo y el amanecer de la inquietud. Recorríamos el jardín, a la hora en que se alargan las sombras, y el azar nos llevó al invernáculo donde residían las flores que temen el sol: había rosas blancas y estábamos ebrios con el olor de las rosas, y ella también era una rosa blanca, una rosa de terciopelo mojado. Y su voz debía de tener algún parentesco íntimo con el agua, pues era húmeda y de clarísimas resonancias, como la del aljibe, allá en Maipú, cuando la piedra caía y levantaba músicas recónditas. Estando solos en el vivero de las flores, aquel recinto nos aproximaba como nunca; y ésa fue mi gran oportunidad y mi riesgo inevitable, porque junto a ella sentí de pronto el nacimiento de una congoja que ya no me abandonaría, como si en aquel instante de nuestro mayor acercamiento se abriese ya entre nosotros una distancia irremediable, a la manera de dos astros que al tocar el grado último de su cercanía tocan el primero de su separación. En aquella luz de gruta que, lejos de roerlas, conseguía exaltar las formas hasta el prodigio, la de Aquella cobraba para mí un relieve doloroso y una plenitud cuya visión me hacía temblar de angustia, como si tanta gracia, sostenida en tan débil engarce, me revelara de pronto el riesgo de su fragilidad. Y otra vez empezaron a redoblar en mi alma los admonitorios tambores de la noche, y ante mis ojos alucinados vi cómo Aquella se marchitaba y caía, entre las rosas blancas, mortales como ella.
Y tristes voces empezaron a gritar en mi ser: «¡Mira la fragilidad de lo que amas!» Entonces me sobrevino un golpe de llanto que traté de ahogar desesperadamente, no sólo porque desnudaba en presencia de Aquella un costado de mi ser que ni yo mismo sabía mirar sin temblor, sino también porque me asustaba la imposibilidad absoluta de darle a ella una explicación de mi llanto. Pero no se le había escapado el adve-nimiento de mis lágrimas, y me dijo entonces: «Adán Buenosayres, ¿por qué lloras?» Y aquí, a riesgo de parecer ocioso, necesito expresar el efecto que tan breves palabras obraron en mí: por primera vez oía yo en su boca las letras de mi nombre; y en aquel «Adán Buenosayres» que pronunciaba ella me sentí nombrado como jamás lo había sido, tal como si, por vez primera, lograra yo en aquel nombre la total revelación de mi ser y el color exacto de mi destino. Y al preguntarme luego: «¿Por qué lloras?», lo hizo ella como si lo supiese desde toda la eternidad, pero con tanta dulzura que, al oírlo, creció mi llanto de tal modo que, sin darle respuesta, salí del invernáculo y huí a través de las flores apretadas.
domingo, junio 07, 2009
Calvin y Hobbes
sábado, mayo 30, 2009
Itaca

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
Konstantínos Kaváfis.
ÍTACA.
sábado, mayo 23, 2009
Madre
