domingo, diciembre 24, 2006

Gratitud

Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer, que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego,
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron de una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg, que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos Y un epitafio de los vikings,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
Por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por las rayas del tigre,
Por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
Por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba
Que antes del español escribieron Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida in los jazmines, o en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas Y no llegará jamás al último verso Y varía según los hombres,
Por Francis Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.
Otro poema de los dones (Jorge Luis Borges)

sábado, diciembre 23, 2006

Aniversario



-Los hombres- dijo el principito- se encierran en los trenes rápidos pero no saben lo que buscan. Entonces se agitan y dan vueltas.

Y agregó:

-No vale la pena...

El pozo al cual habíamos llegado no se parecía a los pozos del Sahara. Los pozos del Sahara son simples agujeros cavados en la arena. Éste se parecía a un pozo de la aldea. Pero allí no había ninguna aldea y yo creía soñar.

- Es extraño- dije al principito-. Todo está listo: la roldana, el balde y la cuerda...

Rió, tocó la cuerda, e hizo mover la roldana. Y la roldana gimió como gime una vieja veleta cuando el viento ha dormido mucho.

-¿Oyes?- dijo el principito-. Hemos despertado al pozo y el pozo canta...

-Déjame a mí- le dije-. Es demasiado pesado para ti.

Icé lentamente el balde hasta el brocal. Lo asenté bien. En mis oídos seguía cantando la roldana y en el agua, que temblaba aún, vi temblar el sol.

-Tengo sed de esta agua- dijo el principito-.Dame de beber...

Y comprendí lo que había buscado.

Levanté el balde hasta sus labios. Bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como una fiesta. El agua no era un alimento. Había nacido de la marcha bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era buena para el corazón, como un regalo. Cuando yo era pequeño la luz del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche. la dulzura de las sonrisas formaban todo el resplandor del regalo de Navidad que recibía.

-En tu tierra- dijo el principito- los hombres cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín...Y no encuentran lo que buscan...

-No lo encuentran...-respondí.

- Y, sin embargo, lo que buscan podría encontrarse en una sola rosa o en un poco de agua...

-Seguramente- respondí.

Y el principito agregó:

- Pero los ojos están ciegos. Es necesario buscar con el corazón.

Yo había bebido. Respiraba bien. La arena, al nacer el día, estaba de color de miel. Me sentía feliz también con ese color de miel. ¿Por qué habría de apenarme?

-Es necesario que cumplas tu promesa- me dijo suavemente el principito que, de nuevo, se había sentado cerca de mí.

-¿Qué promesa?

-Tú lo sabes...un bozal para mi cordero...¡soy responsable de esa flor!

Saqué del bolsillo mis bosquejos de dibujo. El principito los vio y dijo riendo:

- Tus baobabs se parecen un poco a los repollos...

-¡Oh!

¡Yo que estaba tan orgulloso de los baobabs!

-Tu zorro...las orejas...parecen cuernos...¡y son demasiado largas!

Y rió aún.

-Eres injusto,hombrecito; yo no sabía dibujar más que las boas cerradas las boas abiertas.

-¡Oh, está bien!- dijo-. Los niños saben.

Dibujé, pues, un bozal. Y sentí el corazón oprimido cuando se lo di.

-Tienes proyectos que ignoro...

Pero no me respondió, y me dijo:

-Sabes, mi caida sobre la Tierra...mañana será el aniversario...

Luego después de un silencio, dijo aún:

-Caí muy cerca de aquí.

Y se sonrojó.

Y de nuevo, sin comprender por qué, sentí un extraño pesar. Sin embargo se me ocurrió preguntar:

-Entonces, no te paseabas por casualidad la mañana que te conocí, hace ocho días, así, solo, a mil millas de todas las regiones habitadas. ¿Volvías hacia el punto de tu caída?

El principito enrojeció otra vez.

Y agregué,vacilando:

-¿Tal vez por el aniversario...?

El principito enrojeció de nuevo. Jamás respondía a las preguntas, pero cuando uno se enrojece significa "si", ¿no es cierto?

-¡Ah!- le dije-.Temo...

Pero me respondió:

-Debes trabajar ahora. Debes volver a tu máquina. Te espero aquí. Vuelve mañana por la tarde...

Pero yo no estaba muy tranquilo. Me acordaba del zorro. Si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco...

(El principito, Capítulo XXV)

Antoine de Saint Exupery.

sábado, diciembre 16, 2006

Luna

La luna

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir


Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas


Jaime Sabines