jueves, febrero 26, 2009

Lenguas, idioma, lenguaje...

En ese idioma, no hay ninguna palabra que equivalga a ser o estar. La más cercana significa parecer. Como tampoco tienen artículos, si quieren decir que hay un árbol, o que un árbol es un árbol dicen parece árbol. Pero parece tiene menos el sentido de similitud que el de desconfianza. Es más un vocablo negativo que positivo. Implica más objeción que comparación. No es que remita a una imagen ya conocida sino que tiende, más bien, a desgastar la percepción y a restarle contundencia. La misma palabra que designa la apariencia, designa lo exterior, la mentira, los eclipses, el enemigo. El horizonte circular que me había parecido al principio indiscutible y compacto, era en realidad, tal como lo designaba el idioma de esos indios, un almacén de supercherías y una máquina de engaños. En ese idioma, liso y rugoso se nombran de la misma manera. También una misma palabra, con variantes de pronunciación, nombra lo presente y lo ausente. Para los indios, todo parece y nada es. Y el parecer de las cosas se sitúa, sobre todo, en el campo de la inexistencia. La playa abierta, el día transparente, el verde fresco de los árboles en primavera, las nutrias de piel tibia y palpitante, la arena amarilla, los peces de escamas doradas, la luna, el sol, el aire y las estrellas, los utensillos que arrancaban, con paciencia y habilidad, a la materia reticente, todo eso que se presenta, nítido, a los sentidos, era para ellos informe, indistinto y pegajoso en el reverso contra el cual se agolpaba la oscuridad.
El entenado, Juan José Saer.

domingo, febrero 22, 2009

Río

Para Arturo Prins, que hace muchos años me regaló con gran entusiasmo este hermoso libro.
Río Ganges, India

¿No terminará extraviándose definitivamente en el sansara?
Una sonrisa radiante iluminó la cara del barquero, que tocó suavemente el brazo de Siddharta y le dijo:
-¡Pregúntaselo al río amigo! ¡Escúchalo reírse! ¿De verdad crees que tu cometiste esas locuras para ahorrárselas a tu hijo? ¿Podrías acaso protegerlo del sansara? ¿Cómo? ¿Por la doctrina, por la oración, con amonestaciones? Amigo querido, ¿has olvidado ya la historia aquella, la edificante historia de Siddharta, el hijo del brahmán, que una vez me contaste en este mismo sitio? ¿Quién protegió al samana Siddharta del sansara, del pecado, de la avidez y la estulticia? ¿Pudieron acaso protegerlo la piedad de su padre, las exhortaciones de sus maestros, sus propios conocimientos, su propia búsqueda? ¿Qué padre o qué maestro hubieran podido impedirle vivir su propia vida, mancillarse al contacto con ella, cargar sobre sí su propia culpa, apurar sin ayuda el amargo brebaje, encontrar por sí mismo su camino? ¿Crees tú, querido amigo, que este camino pueda serle ahorrado a alguien? ¿Quizás a tu hijito, porque tu lo amas y quisieras evitarle, penas, dolores y desilusiones? Sin embargo, aunque murieras diez veces por él, no logarías apartarle ni un milímetro de su destino.

(Siddharta, Herman Hesse)

viernes, febrero 13, 2009

Como en el cine VI

Nicole Kidman, Los otros, Alejandro Amenábar

Charles: I just came home to say goodbye to my wife and children.
Grace: Where are you going?
Charles: To the front.
Grace: I thought the war was over.
Charles: The war is not over.
Grace: You're not going. You left us once already. YOU CAN'T GO. Why did you go and fight that stupid war that had NOTHING TO DO WITH US. Why didn't you stay like the others did?
Charles: The others surrendered.
Grace: We are all surrendered what did you expect? What were you trying to prove by going to war? Your place was here with your family. I loved you, but that wasn't enough was it? You want to leave not because of the war, you want to leave me, remember when you told me "I know a place where no one can bother our children when they are playing"


(Charles: Solo vine a casa para despedirme de mi esposa e hijos.
Grace: ¿Adonde vas?
Charles: Al frente.
Grace: Pensé que la guerra había terminado.
Charles: La guerra no terminó.
Grace: No podés irte. Ya nos abandonaste una vez. NO PODËS IRTE. Por qué fuiste a pelear esa guerra estúpida que no tenía NADA QUE VER CON NOSOTROS. ¿Por qué no te quedaste como los otros?
Charles: Los otros se rindieron.
Grace: Todos nos hemos rendido. ¿Qué esperabas? ¿Qué estabas tratando de probar cuando fuiste a la guerra? Tu lugar era acá con tu familia. Yo te amaba, pero no fue suficiente, ¿o si? Te querés ir no por la guerra si no por mi; te acordás cuando me dijiste “Conozco un lugar donde nadie va a molestar a nuestros hijos cuando juegan”)

lunes, febrero 09, 2009

Crepúsculo/Sunset


-¿Habrá vida en el más allá?

Por el momento la única verdadera pregunta respecto al futuro es:

-¿Hay vida en el ahora? Esto que vivo ¿vale la pena? ¿Es verdadera vida?

Al que ha vivido intensamente el día, la noche lo encuentra lleno de luz. Y en ella, de todos los recuerdos, que ya no están más como los objetos fuera de uno mismo, sino que se los trae formando parte del propio ser.
Nos llevamos noche adentro todo lo que hemos dado y amado en el día. Solo se nos arrebatan las cosas a las que nos apegamos y no queremos entregar.

El paso y la espera (Mamerto Menapace)

domingo, febrero 01, 2009

Lucha

Y todo acto de engendramiento es un dejar de ser, total o parcialmente lo que se era, un partirse, una muerte parcial. Vivir es darse, perpetuarse, y perpetuarse y darse es morir. Acaso el supremo deleite del engendrar no es sino un anticipado gustar la muerte, el desgarramiento de la propia esencia vital. Nos unimos a otro, pero es para partirnos; ese más íntimo abrazo no es sino un más íntimo desgarramiento. En su fondo el deleite amoroso sexual, el espasmo genésico, es una sensación de resurrección, de resucitar en otro, porque sólo en otros podemos resucitar para perpetuarnos.
Hay, sin duda, algo de trágicamente destructivo en el fondo del amor, tal como en su forma primitiva animal se nos presenta, en el invencible instinto que empuja a un macho y una hembra a confundir sus entrañas en un apretón de furia. Lo mismo que les confunde los cuerpos, les separa, en cierto respecto, las almas; al abrazarse se odian tanto como se aman, y sobre todo luchan por un tercero, aún sin vida.
Miguel de Unamuno, Del Sentimiento trágico de la vida, Cap 7 Amor,dolor,compasión y personalidad.