miércoles, septiembre 27, 2006

Sonnet 116



Soneto 116

Ante la unión de espíritus leales, no dejéis,
que ponga impedimentos. No es el amor,
que enseguida se altera, cuando descubre cambios
o tiende a separarse de aquel que se separa.

El amor es igual que un faro inamovible,
que ve las tempestades y no es zarandeado.
Es la estrella que guía la nave a la deriva,
de un valor ignorado, aún sabiendo su altura.

No es juguete del Tiempo, aun si rosados labios
o mejillas alcanza, la guadaña del Tiempo.
Ni se altera con horas o semanas fugaces,
si no que aguanta y dura hasta el último abismo.

Si es error lo que digo y en mí puede probarse,
decid, que nunca he escrito, ni amó jamás el hombre.

Sonnet 116

Let me not to the marriage of true minds
Admit impediments, love is not love
Which alters when it alteration finds,
Or bends with the remover to remove.

O no, it is an ever-fixed mark
That looks on tempest and is never shaken;
It is the star to every wand'ring bark,
Whose worth's unknown, although his height be taken,

Love's not Time's fool, though rosy lips and cheeks
Whitin his bending sickle's compass come,
Love alters not with his brief hours and weeks,
But bears it out even to the edge of doom:

If this be error and upon me proved,
I never writ, nor no man ever loved.
William Shakespeare

domingo, septiembre 24, 2006

Dos Narcisos


Elbiamor hay dos Narcisos. Uno, asomado a las aguas exteriores, no ve sino su propia imagen reflejada en ellas, enamorase de su propia imagen, y al intentar alcanzarla muere por el amor de si mismo: es un Narciso que “no trasciende”. Pero hay otro Narciso que se “transforma en flor”: asomado a las aguas, este Narciso feliz no ve ya su propia imagen, sino la imagen del Otro, quiero decir que depone su forma de un día por la forma eterna de lo que ama: es un Narciso que “trasciende”. En definitiva, según lo has visto ya, todo amor equivale a una muerte, y no hay arte de amar que no sea un arte de morir. Lo que importa, Elbiamor, es lo que se pierde o se gana muriendo.

Descenso y Ascenso del alma por la Belleza
Leopoldo Marechal

sábado, septiembre 02, 2006


"El vals" (Camille Claudel)

Todos los seres, decía, no son sino fragmentos dispersos de esa esfera de amor, en la cual hubo de insinuarse el odio. Y lo que llamamos amor es el deseo de unirnos y fundirnos y confundirnos, como estuvimos en otro tiempo, en el seno del dios globular que la discordia quebró. E invocaba el día en que la divina esfera se henchiría, después de todas las transformaciones de las almas. Pues el mundo que conocemos es obra del odio, y su disolución será obra del amor.

Empédocles, Dios Supuesto (Marcel Schwobb)