jueves, julio 27, 2017

Lo que no quise decir

Uno nunca termina de ver la muerte como algo real. La tememos, la experiencia nos dice que se trata de algo inevitable, pero en el fondo de nuestro corazón y de nuestra conciencia hasta el último minuto albergamos la esperanza de que se hará una excepción con nosotros; de que se descubrirá el remedio milagroso que alargará hasta el infinito la vida humana y que nosotros, en particular, no moriremos. Por supuesto todos sabemos que se trata de un anhelo ridículo. Aún así, no creemos en nuestra propia muerte. De otro modo reinaría un pánico constante en nuestro corazón. Sin embargo, a veces la nebulosa conciencia de la muerte emerge de las oscuras profundidades del alma y ese pánico estalla. Por un momento dejamos de engañarnos y percibimos con absoluta certeza que todo lo que somos desaparecerá irremediablemente en cuestión de segundos: ese es el pánico. La mayoría de la gente responde a este instante con un sentimiento violento. El pánico deriva siempre en agresividad y entonces nos agredimos a nosotros mismos y a los demás.

Sándor Marai, Lo que no quise decir.


jueves, abril 13, 2017

Un breve tiempo





"En la vida real, pensaba Rick, no hay campanillas mágicas como esas para hacer que el enemigo desparaciera sin el menor esfuerzo. Era una lástima. Mozart había muerto poco después de terminar La flauta mágica, a causa de una enfermedad renal. Y había sido enterrado en la fosa común, sin identificación. 
Al recordarlo, se preguntó si Mozart habría tenido la intuición de que el futuro no existía, de que ya había utilizado todo su breve tiempo. Quizás también yo lo haya hecho, pensó Rick mientra contemplaba el ensayo. Este ensayo terminaría, la representación también, los cantantes morirán y finalmente la última partitura de la música será destruida de un modo u otro. el nombre de Mozart se desvanecerá y el polvo habrá vencido, si no en este planeta en otro cualquiera. Sólo podemos escapar por un rato, Y los andrillos pueden escapar de mi, y sobrevivir un rato más. Pero los alcanzaré, o lo hará algún otro cazador de bonificaciones. En cierto modo, observó, yo soy una parte del proceso de destrucción entrópica de las fromas. La Rosen Association crea y yo destruyo. O al menos, eso debe parecerle a los androides."

Sueñan los androides con ovejas eléctricas, Philip K. Dick

sábado, enero 07, 2017

Fragmentos





(...) Sin embargo, en un momento dado, fue capaz de decir lo que lo que de verdad lo estaba devorando, con la exactitud de las palabras sencillas, recuperadas en el fondo de su vergüenza: no puedo hacerle esto a mi padre. Estaba convencido de que aquel hombre recibiría una herida de muerte, y no estaba preparado para ese horror. La verdad es que aquello no era algo a lo que yo supiera responder. Nos desarma, de hecho, la inclinación a pensar que nuestra vida, en primer lugar, es un fragmento conclusivo de la vida de nuestros padres, el único que ha sido entregado a nuestro cuidado. Como si nos hubieran encargado, en un momento de cansancio, que sujetáramos un rato ese epílogo para ellos valioso -de nosotros se esperaba que lo devolviésemos, tarde o temprano, intacto.



Alessandro Baricco, Emaús.