sábado, enero 07, 2017

Fragmentos





(...) Sin embargo, en un momento dado, fue capaz de decir lo que lo que de verdad lo estaba devorando, con la exactitud de las palabras sencillas, recuperadas en el fondo de su vergüenza: no puedo hacerle esto a mi padre. Estaba convencido de que aquel hombre recibiría una herida de muerte, y no estaba preparado para ese horror. La verdad es que aquello no era algo a lo que yo supiera responder. Nos desarma, de hecho, la inclinación a pensar que nuestra vida, en primer lugar, es un fragmento conclusivo de la vida de nuestros padres, el único que ha sido entregado a nuestro cuidado. Como si nos hubieran encargado, en un momento de cansancio, que sujetáramos un rato ese epílogo para ellos valioso -de nosotros se esperaba que lo devolviésemos, tarde o temprano, intacto.



Alessandro Baricco, Emaús.