sábado, mayo 22, 2010

Cocina


                                                   Pierre Auste Renoir, El almuerzo


El cuchillo avanza sobre la cebolla con energía. Es bueno que algo, aunque mas no sea una cebolla, se exponga a nuestra furia y que ella, nuestra furia, no provoque mas incidente que una cebolla finamente picada. Ya esta. Una pizca de aceite y un trozo de manteca en la sartén. Fuego. No tenemos ni tiempo ni paciencia para velar por la cebolla mientras ella experimenta su sutil metamorfosis. La abandonamos en la cocina mientras nos vamos a hacer otra cosa. Pero de pronto...es ella la que nos llama. El olor a cebolla frita va inundando la casa. El olor prometedor de la cebolla va poblando el espacio, como un manto invisible que convierte estas habitaciones en un hogar. La cebolla, dorándose, dice: aquí nadie esta solo, aquí alguien cocina para otro, aquí pronto dos, o por lo menos mas de uno, se sentaran a la mesa para contarse sus cosas, aquí se come y se ama.

Sandra Russo, Perdonen nuestros placeres

2 comentarios:

Espérame en Siberia dijo...

¡Sublime!
Siempre es una canallada y a la vez un acto de mucho amor eso de la cocina, ¿no?


Mucha luz, encanto :)

Loli dijo...

Si, asi es, por eso me gusto tanto este texto.

Luz, luz para vos, gracias reina! :)