Lo principal consiste en no desesperar. No prestemos demasiado oido a quienes proclaman el fin del mundo. Las civilizaciones no mueren tan facilmente y aún cuando este mundo tuviera que desplomarse, ello acontecería después de que otros mundos se hubieran hundido. Verdad es que nos encontramos en una época trágica. Pero es asimismo cierto que demasiadas gentes confunden lo trágico con los desesperado. "Lo trágico" decía Lawerence, "debería ser como un gran puntapié aplicado a la desgracia". He aquí un pensamiento sano y de aplicación inmediata. Existen hoy muchas cosas que merecen tal puntapié.
Los mitos no tienen vida por sí mismos. Aguardan a que nosotros los encarnemos . Basta que uno solo hombre en el mundo responda a su llamado para que nos ofrezcan su savia intacta. Tenemos que preservar este mito y hacer que su sueño no llegue a ser mortal a fin de que sea posible la resurrección. A veces dudo de que ese mito pueda salvar al hombre de hoy. Pero es todavía posible salvar a los hijos de ese hombre en su cuerpo y en su espíritu. Es posible aun ofrecerle al propio tiempo las posibilidades de la felicidad y de la belleza.
Editorial Sur, traduccion de Alberto L. Bixio
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