"¡Qué hermosa está en la pared! Lo bastante espigada, justo como me gustaría..."
Se sentó a comparar una con otra. Camille halagada, se arqueó hacia atrás, sacó hacia afuera los senos y marcó unos pasos de bayadera: pero la sombra conocía el juego mejor que ella. Desenlazando las manos, la joven echó a andar, precedida de la sombra ejemplar, y, al llegar a la abierta ventana, la sombra saltó de lado de una alameda, abrazando, al pasar con sus dos largos brazos, el álamo cubierto de gotas de luna... "¡Qué lástima!", suspiró Alain. Luego se reprochó blandamente su inclinación a amar en Camille una perfeccionada e inmóvil forma de Camille, esa sombra, por ejemplo, un retrato, o el vivo recuerdo que le dejaba de ciertas horas, de ciertos vestidos.
2 comentarios:
Muy buena la foto, está genial cómo posa la gata y los colores de las baldosas y la pared en esa perspectiva.
Gracias, niki, la foto por supuesto no es mía sino de Horacito, es vieja, de enero de 2008.
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