Me guardé rencor por mucho tiempo por haber renunciado a ir a la iglesia. Cuando pienso en lo que pasó después, una vela no era para tanto. Si hay tanta gente en el mundo que enciende tantas velas o lamparillas, es como para creer que debe de servir para algo y que, de vez en cuando, entre todas esas llamas que titilan tan numerosas, habrá alguna que le llame la atención a Dios;o, si no, será que encendemos esas luces para tranquilizarnos, en nuestra noche oscura humana. Pero cuando nos acordamos de los miles y miles de millones de luces que se han encendido desde los principios de la humanidad, de las oraciones y de las reverencias, podemos decirnos también que Dios, si es que existe, no espera ya nada de nosotros.
El club de los optimistas incorregibles, Jean-Michel Guenassia
2 comentarios:
el texto es de esos que te calan hondo, y la imagen, perfecta para estas palabras
un abrazo!
Gracias Claudia!
Un abrazo para vos.
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