sábado, marzo 11, 2006

Y así comencé...


My mother groaned, my father wept,
Into the dangerous world I leapt;
Helpless, naked, piping loud,
Like a fiend hid in a cloud.

Struggling in my father's hands,
Striving against my swaddling bands,
Bound and weary, I thought best
To sulk upon my mother's breast.

William Blake



Comenzó sin saber como terminaría. Ese fue el error vital.

Un día saltamos al vacío fuertemente cogidos por la soga. Diablillos ocultos tras una nube. Lanzando alaridos. El canto primordial de la experiencia. Primer trauma que jamás recordaremos. Súbita invasión de luces, sombras y sonidos demasiado intensa. Hieren. Pero es tarde. Alguien se acerca.

Algo que brilla partido en dos. La soga. No!!!

Tarde. Descenso y aterrizaje rápido. El nudo fue hecho con destreza.

Nunca sabemos como terminaremos. Lo vamos sabiendo de a poco. Con cada aliento. Con cada parpadeo. Un día comenzamos a definir los colores. Y sonidos. El tacto. El olor de ella que es el nuestro. Y una realidad que apenas cabe en las retinas y no está del todo definida ni precisa. De a poco distinguimos la repetición amorosa de ciertos ruidos. Éstos uno atrás del otro parecen tener que ver con nosotros. Más concretamente conmigo y con ella. Parecen definirnos desde el primer llanto. Y poco después el fino rocío o la lluvia con olor a incienso. A a a a j j j j O o o. O o o. Cariñosa redondez de su boca para llamarme. Lo. Lo. Mis labios primero se curvaron en una sonrisa que apenas era un reflejo. Ellos que nos miraban y reían y festejaban. Nosotros no entendíamos por que. Lo...Lo...Le.

La piel comienza a despegarse de nosotros. El olor nos abandona. Sentimos frío y un calambre abajo. Lloramos. Succionamos. Entonces viene la caricia, blanca, líquida. El tacto. Somos felices como aquellos tiempos en la piscina cálida y climatizada donde juntos bailamos con cada latido.

Un día el nudo fue deshecho. La hemorragia: masiva. La piel se despegó del todo. El tacto ya no existe. El olor se esfumó. Me muestran un espejo. Sonrío. Lololes. Ay! Esta singularidad me duele. Con el número uno acaso nació esta pena. No. Yo. Dolor. Es dolor. Treinta. Y un año después...

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