Los argentinos estamos llenos de frases y palabras para definir cosas. Creo que se llama lunfardo aunque tal vez sería más apropiado hablar de lenguaje coloquial. Asunto que dejo a los filólogos o lingüistas. Hacer una lista de estos términos sería imposible y azaroso. En este momento tengo en mente una en particular. Colgarse. Colgado. Colgada.
No fueron muchos años, tal vez diez, pero qué rápido pasaron. Estábamos con mis amigas en el sur, la patagonia, quizás el Chaltén. ¿En qué provincia queda el Chaltén? No me acuerdo ahora.
Entonces el chico que era lindo pero además interesante me lo dijo y quizás oí la palabra por primera vez. Colgada. Yo no la conocía y le pregunté que quería decir. Digo esto porque ayer revolviendo cosas encontré una hoja de papel madera que extrañamente sobrevivió a la mudanza. Allí escritas en el medio de la hoja están las palabras que puso Nacho porque seguramente yo se lo pedí. En ese momento solía tener diarios de viaje y escribir o pedir a gente diversa que anotaran alguna frase o cosa que me había llamado la atención.
Nacho quizás sea algun rostro que creo haber visto en alguna foto de esos entrañables viajes por el sur con mis amigas de entonces. Y entonces seguramente se lo pedí. Y el escribió con caligrafía clara, algunos tachones y en mayúsculas, su cortés definición.
Colgada: Capacidad de las personas que a pesar del vaivén de su alma logran dialogar pero no tan fluídamente como desearía el que sostiene el puente del otro lado.
NACHO
No sé que será de la vida de Ignacio. Quizás escriba. O tenga hijos. Y viva en el sur entre las montañas. Pero las cosas no han cambiado mucho. Me he ido topando con distintas explicaciones de la misma palabra y siempre con la misma circunstancia. La dificultad para conectarme con la realidad a pesar de los intentos por incorporarla a mi organismo, digerirla y sostenerme en ella para subsistir en este mundo donde hay mucha gente práctica y otra tanta (acaso no la suficiente) colgada.
No fueron muchos años, tal vez diez, pero qué rápido pasaron. Estábamos con mis amigas en el sur, la patagonia, quizás el Chaltén. ¿En qué provincia queda el Chaltén? No me acuerdo ahora.
Entonces el chico que era lindo pero además interesante me lo dijo y quizás oí la palabra por primera vez. Colgada. Yo no la conocía y le pregunté que quería decir. Digo esto porque ayer revolviendo cosas encontré una hoja de papel madera que extrañamente sobrevivió a la mudanza. Allí escritas en el medio de la hoja están las palabras que puso Nacho porque seguramente yo se lo pedí. En ese momento solía tener diarios de viaje y escribir o pedir a gente diversa que anotaran alguna frase o cosa que me había llamado la atención.
Nacho quizás sea algun rostro que creo haber visto en alguna foto de esos entrañables viajes por el sur con mis amigas de entonces. Y entonces seguramente se lo pedí. Y el escribió con caligrafía clara, algunos tachones y en mayúsculas, su cortés definición.
Colgada: Capacidad de las personas que a pesar del vaivén de su alma logran dialogar pero no tan fluídamente como desearía el que sostiene el puente del otro lado.
NACHO
No sé que será de la vida de Ignacio. Quizás escriba. O tenga hijos. Y viva en el sur entre las montañas. Pero las cosas no han cambiado mucho. Me he ido topando con distintas explicaciones de la misma palabra y siempre con la misma circunstancia. La dificultad para conectarme con la realidad a pesar de los intentos por incorporarla a mi organismo, digerirla y sostenerme en ella para subsistir en este mundo donde hay mucha gente práctica y otra tanta (acaso no la suficiente) colgada.
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